martes, 15 de diciembre de 2009

EL FUTURO DE LA ENSEÑANZA SUPERIOR

El futuro de la enseñanza superior

Los centros de enseñanza superior están destinados a desempeñar un papel fundamental en las sociedades del conocimiento. Cada vez la oferta educativa se diversifica a medida que los conocimientos progresan, por lo que en la mayoría de los países la enseñanza superior está integrada por una red compleja de centros públicos o privados, sin embargo, debido a la disminución de las subvenciones públicas, los centros de enseñanza superior tienen que recurrir al sector privado, por lo que el riesgo de una “mercantilización” de los servicios de enseñanza superior son reales para algunos países, por lo que es importante garantizar que los sistemas de enseñanza superior emergentes posean un nivel de calidad y pertinencia y un grado de cooperación internacional suficientes, a fin de que puedan desempeñar plenamente su papel de pilares en la edificación de las sociedades del conocimiento, sin embargo, esta producción y divulgación del conocimiento tiene un costo y distintos medios para financiarlo. Los sistemas de financiación de la enseñanza superior legados por la historia a cada país abarcan desde la financiación pública directa y descentralizada (por parte de los estudiantes y sus familias) hasta la financiación centralizada por el Estado o las colectividades territoriales (por conducto de los impuestos pagados por los ciudadanos).

La financiación directa supone garantizar la adecuación de la demanda de conocimientos a la oferta de éstos, permitiendo responsabilizar a los estudiantes y a quienes los financian. La financiación privada apareció progresivamente, en donde el estudiante es un cliente que exige una formación a la altura de los que debe sufragar personalmente ocasionando que algunas universidades rivalicen en la oferta de remuneraciones y condiciones de trabajo sumamente ventajosas.

La apertura de centros de enseñanza superior con modalidades de organización mercantil y la comercialización de los servicios educativos han hecho necesario un cuestionamiento de la financiación pública generalizada de la enseñanza superior, a la que se considera incapaz de responder adecuadamente al aumento del número de estudiantes. Sin un incremento del apoyo financiero, los centros de enseñanza superior no podrán responder a los desafíos planteados por la aparición de las sociedades del conocimiento.
El primer objetivo de las universidades comerciales es obtener beneficios distinguiéndose de las universidades clásicas, cuya motivación principal es el prestigio académico, sin embargo, la tendencia a la privatización de la enseñanza superior podría a la vez fomentar y frenar la aparición de una economía global del conocimiento.

La aparición de nuevos conocimientos, así como su organización en disciplinas cada vez más específicas y en “redes de conocimientos” cada vez más complejos y menos jerarquizados, pone en tela de juicio la viabilidad del funcionamiento de las “universidades”, aunque conserven su nombre, su organización, misión y funcionamiento van a evolucionar y diversificarse. Por eso será indispensable incrementar la diversidad cultural de las enseñanzas impartidas, aunque sea uno de los desafíos más importantes planteados a los países en desarrollo, que buscan una mayor valorización de sus conocimientos locales. Así mismo, las sociedades científicas pierden su carácter nacional y se diluyen en organizaciones internacionales que a menudo son el resultado de una asociación con sociedades nacionales más poderosas o de una absorción por parte de éstas.

La aparición previsible de redes universitarias no anuncia la desaparición de las universidades e instituciones académicas, sino que empieza a desarrollarse dentro de las instituciones que la historia ha legado tanto a las naciones industrializadas como a los países en desarrollo, por eso, una de las nuevas tareas de la Organización en el sector de la educación es contribuir al fomento y difusión geográfica de estas organizaciones en redes para propiciar la transmisión, difusión y valorización de los conocimientos.

Los conocimientos innovadores o especializados sólo pueden atraer de por sí a un número reducido de estudiantes y si están todos concentrados geográficamente en una misma institución, esos conocimientos no llegarán al conjunto de la comunidad “disciplinaria” dispersa por todos los países del mundo, sin embargo, la cohabitación de estudiantes de distintas procedencias geográficas o disciplinarias estrecha los vínculos interdisciplinarios y propicia el diálogo intercultural.

Esas formaciones que ofrecen esas redes de enseñanza pueden responder mejor a la evolución de la demanda en materia de empleos y conocimientos, pero también pueden contribuir a estimular nuevas formas de “fuga de cerebros” en los países en desarrollo y en transición. Ese tipo de formaciones corresponde también a una tendencia reciente que merece ser destacada: la gran movilidad de los estudiantes, que ha conducido a una diversidad sin precedentes de la población estudiantil en los campus universitarios de todo el mundo, sin embargo, esas redes de enseñanza implican costos que pueden parecer elevados, especialmente para los países en desarrollo.

Con la masificación de la enseñanza superior y las restricciones en la financiación pública de la enseñanza superior, las instituciones universitarias, sobre todo las de los países en desarrollo, no cuentan en su mayoría con los medios financieros o humanos necesarios para garantizar la enseñanza del conjunto de las disciplinas, o para cubrir toda la gama de conocimientos dentro de una disciplina determinada.

Las redes de docentes pueden disminuir estos obstáculos, especialmente en los países en desarrollo, pero una solución sería crear redes de docentes para una especialidad determinada, invitando así cada año, por espacio de algunos meses, a docentes o investigadores que colaboran con los miembros titulares de la institución. Estas redes de docentes contribuyen al mantenimiento y promoción de la diversidad cultural, permitiendo a los nacionales de los países bien provistos en instituciones de enseñanza superior que permanezcan en su país y ofreciendo a los visitantes la posibilidad de impregnarse de la cultura de los países que visitan regularmente.

Es cierto que las nuevas tecnologías permiten transmitir instantáneamente la información en el mundo entero, pero para transformar la información en conocimiento necesitaremos profesores de calidad cada vez más numerosos. En las sociedades del conocimiento emergentes, el crecimiento exponencial de la cantidad de conocimientos induce una disparidad creciente entre los que tienen acceso al saber y la cultura y aprenden a dominarlos, y los que se ven privados de dicho acceso, por lo que no basta con reducir la “brecha digital” sino que es necesario también reducir la “brecha cognitiva”, que es una verdadera “brecha de los conocimientos” susceptible de ahondarse de forma exponencial.

El futuro de las sociedades del conocimiento descansa en gran parte en la excelencia de la formación de los profesores, cuyas tareas y funciones están llamadas a diversificarse para alcanzar, entre otros objetivos, el de la educación para todos.
Los dirigentes políticos tienen que asignar a las instituciones de enseñanza superior un número reducido de misiones fundamentales: producir, difundir y valorizar los conocimientos; formar a los docentes; y transmitir los conocimientos a la inmensa mayoría de la población y las instituciones de enseñanza superior tendrán que mostrarse más flexibles para adaptarse a las necesidades de la sociedad y preverlas para que el desarrollo de las estructuras en redes y de las nuevas tecnologías permita crear modelos universitarios de vanguardia, vinculados a las instituciones de mayor progreso y distintas formas de asociación. Esto permitiría limitar el éxodo masivo de cerebros y propiciar las transferencias de conocimientos e informaciones necesarias, creando auténticos mecanismos de aprovechamiento compartido del conocimiento.

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